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martes, 31 de mayo de 2011

Un poco de luz sobre la muerte de Delmira





Delmira Agustini, poetisa uruguaya de la Generación de 1900, nació en Montevideo, Uruguay y fue allí donde Tánatos la encontró.
Destacada poetisa, y mujer, muy distinta a las otras de su tiempo.
Sumisa, recatada, durante el día, en la noche se convertía en discípula de Eros, dios del amor. Su vida, y la de su familia, quedó marcada desde el momento que conoció a Reyes -conocido como el criollo Reyes-, un hombre de campo, que poco entendía de las maneras europeas de quien fue su compañera, esposa y amante.
Desde que Delmira comenzó a frecuentar a Reyes, su madre miró la relación con desconfianza, el era un hombre dominante que se perdía en la presencia de la poetisa, su amor era demasiado.
Ellos se casaron y vivieron un breve tiempo en su casa de Pocitos, en Montevideo. Pero Delmira volvió a la casa de sus padres, y más allá de eso, casi todas las tardes, volvía a su antiguo nido de amor con su ex esposo, ahora amante, pues nadie sabía de dichos encuentros. Mas tarde, aquel alquiló un apartamento en la zona Centro de la ciudad, era una habitación que él había decorado con varios cuadros con fotos de su amada.
Ella accedía a ir, pues entre culto y culto al dios Eros lo convencía a su ex marido que lo mejor era el divorcio, hasta aquella tarde en que ella, luego de fundirse entre las sábanas con él, fue encontrada por la muerte a manos de quien tanto decía amarla y que no soporto la idea de perderla para siempre, por lo que juntos sí se quedarían, y ahora nadie habría de separarlos.



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